lunes, 27 de febrero de 2012

El señor Juan y las primarias

Caracas, 7 de febrero de 2012. Rodando por las calles de la ciudad a las 7 de la mañana se empieza a ver la organización en los colegios que serán centros electorales en las primarias y el movimiento de los primeros votantes. Pero en el contexto polarizado de los últimos años, cualquiera que no esté demasiado imbuido de las pasiones del momento se preguntará si la misma situación se observa en las zonas populares de la ciudad. El sentido común o la ideologización de la situación política actual dice que la votación opositora es mayoritaria en los estratos medios y altos y menor en las poblaciones pobres. Estas primarias de la oposición serán un buen termómetro para verificar in situ si existen tales diferencias.
La visible agitación en los colegios está acompañada por un grupo menos conocido: la organización de los diversos candidatos, quienes estarán siguiendo todas las incidencias del proceso electoral. Sala situacional, su mención trae a la mente la imagen de las películas: un lugar muy moderno, gente muy formal y elegante, grandes televisores, la última tecnología en comunicaciones e información, mapas interactivos que muestran datos en tiempo real, ir y venir de personas, informaciones, problemas, mucho estrés. En el caso de la sala situacional de Primero Justicia en el Municipio Sucre, Estado Miranda, solo esto último toma forma real.
El grupo es numeroso y variado: militantes de Primero Justicia, trabajadores de la Alcaldía de Sucre cercanos a los dirigentes del partido, jóvenes estudiantes y amigos de cualquiera de los anteriores. Los que no tienen una vinculación directa con el partido están allí por curiosidad y por cierto faramallerismo típico caraqueño: estar en el ajo, saber cómo va la cosa en vivo y en directo sin esperar en casa qué dicen twitter y la TV. Son un ejército en jeans, franelas, zapatos de goma y credenciales de testigo (para ir a votar rápido en cuanto el trabajo lo permita). Ni a la más sifrina se le ocurre ir a trabajar todo el día en una churuata vestida de traje y tacones.
El movimiento de gente y carros desde tan temprano despierta interés en los pobladores de los barrios cercanos que intuyen, con razón, que algo importante está ocurriendo allí. Por eso no es de extrañar que a las 8 de la mañana un señor humildemente vestido, moreno, con bigote y cabellos encanecidos, se acerque a buscar ayuda. Camina con lentitud mientras mira a los distintos grupos y el alboroto de la gente sin entender quiénes son y qué hacen, buscando a alguien que parezca tener disposición para hablarle.
La pequeña casa de la hacienda es el centro de operaciones desde donde se sigue cada uno de los centros electorales y sus mesas: ¿abrieron, funcionan las máquinas de votación, llegaron los testigos de Primero Justicia, alguien reparte chuletas de Voluntad Popular en la cola? Son  el grupo más grande, unas 50 personas, y son los únicos con aire acondicionado. En la última churuata se encuentra el grupo de “movilización”, quienes están en contacto con los dirigentes de cada barrio y verifican que el operativo de impulsar a los simpatizantes para que voten esté funcionando de acuerdo a lo planificado. En otra churuata está la sala de prensa y en frente, en la churuata más pequeña con parrillera, mesón de cerámica y fregadero, está el equipo encargado del exit poll o encuesta a boca de urna. Están rodeados por un parabán con un cartel que dice “Acceso restringido”, solo el candidato y el jefe del comando de campaña tienen acceso a la información que se produce cada hora sobre cómo van las preferencias de los electores.
En el espacio abierto hay un toldo con sillas de fiesta, frente a un pequeño bar repleto de cavas con hielo donde se despachan agua, jugos y refrescos para todos. Cerca están dos termos rojos enormes que garantizan suministro permanente de café con leche. Este es el espacio común donde tienen oportunidad de intercambiar los miembros de los distintos equipos cuando la corredera lo permite. Y es por esta zona donde va caminando sin rumbo ese señor mayor de aspecto sencillo, ajeno a cuanto ocurre a su alrededor.
Finalmente ve a alguien salir de la sala del exit poll y se le acerca preguntando si ya llegó la Diputada Iris Varela. Viste jeans viejos y camisa de cuadros manga corta; aunque humilde, ha procurado vestirse con formalidad para acercarse al bullicio de gente importante. Se llama Juan y quiere denunciar que el dueño de la Hacienda El Arroyo tumbó una pared de su rancho haciendo unas reformas y no le ha querido pagar. El dueño le dice una y otra vez que esté tranquilo, que le va a pagar, pero a pesar de sus múltiples gestiones el señor Juan sigue sin lograr una compensación para arreglar su casa. Quien lo atiende le dice que la diputada no ha llegado y no sabe si vendrá, no explica demasiado quiénes y para qué se reúnen allí, es solo una voluntaria y no está segura sobre cuáles son las indicaciones de seguridad y confidencialidad de la sala situacional. Juan agradece la atención y dice que volverá más tarde a probar si logra hablar con alguien que pueda ayudarle.
A medida que el proceso de votación se desarrolla a lo largo del día, quienes pensaban que estar allí sería garantía de abundante información confidencial de primera mano, empiezan a darse cuenta de su error. El incesante flujo de trabajo impide saber algo más allá de lo que toca a cada quien; más información tendrían en casa donde al menos podrían leer la prensa internacional por internet. El hermetismo es tal, que ni siquiera los transcriptores del exit poll saben los resultados exactos de las votaciones estimadas cada hora. El jefe de campaña entra, revisa los insumos de cada uno de los grupos de trabajo, comenta con su equipo cercano y sale a la carrera. Ellos también suponían que en las zonas populares solo irían a votar los simpatizantes impulsados por el operativo de movilización, pero ha habido en las barrios muchos votantes espontáneos y no se tiene idea de por quién están votando.
El trabajo de Héctor Briceño titulado “Desigualdad y comportamiento electoral en Venezuela” (2011) muestra evidencias estadísticas a partir de las encuestas realizadas en el país desde comienzos de los años 70. Estudiando variables como interés en la política, participación electoral, opiniones sobre la democracia, entre otras, concluye que en todos los grupos socioeconómicos ha aumentado el desencanto como efecto de la crisis del sistema de partidos. La variable que más cambios muestra es la militancia partidista, que era mayoritaria en el estrato E a comienzos del período (50% en 1973) y ha disminuido a niveles ínfimos (0,6% en 2010). La alta participación inicial se explicaba por ser la militancia el único mecanismo que los sectores populares tenían a su alcance para intentar hacer llegar sus demandas a las instancias de toma de decisiones en un contexto de confianza en las instituciones democráticas. El progresivo desencanto trajo como consecuencia que dicha participación se considerara de poca utilidad, como si lo que ocurre en el sistema político estuviera demasiado fuera de alcance y se ocupara de cualquier cosa menos de sus necesidades. ¿Acaso la participación registrada en los sectores populares durante las primarias es indicio de un cambio en esta percepción?
En la sala el día transcurre sin mayores sobresaltos, salvo las noticias sobre problemas de los voluntarios que trabajan en los centros como Elizabeth a quien se le murió un tío y llamó llorando porque tenía que irse o Yoni, el encuestador a quien nunca le llegó el almuerzo que estaba previsto. Hacia las 4 de la tarde, hora programada para el cierre de los centros electorales, las tareas de la sala de movilización y el exit poll terminan, sólo seguirán trabajando quienes esperarán las actas de votación. El resultado de la encuesta muestra una victoria de Juan Carlos Caldera con sólo dos puntos de ventaja sobre William Ojeda: una diferencia tan pequeña está por debajo del error de muestreo, así que la conclusión después de 1200 personas entrevistadas a lo largo del día es: no se sabe quién va a ganar la candidatura a la Alcaldía de Sucre.
Los voluntarios comienzan a irse y no han vuelto a tener noticias del señor Juan. Para el final de la tarde sólo quedan el jefe de campaña junto con los militantes del partido y sus colaboradores más cercanos. A las 6 de la tarde los más jóvenes se están organizando para ir a celebrar;  la mayoría de ellos, sin embargo, terminará en Bello Monte en el Comando de Henrique Capriles celebrando no solo porque ganó el candidato del partido; la gran victoria es la masiva participación en las elecciones primarias y de ella son artífices todos los competidores. La pregunta pendiente es: qué habrá pasado con el señor Juan, si alguien habrá atendido su reclamo, si votó, si para él ese resultado tiene algún significado.
Esta sala situacional está ubicada en la Hacienda El Arroyo, así que en vez de oficinas minimalistas con aire acondicionado existen churuatas. Hay computadoras por doquier, cada quien se trajo su laptop. La conexión WIFI que se había previsto para facilitar el intercambio de datos no funcionó, así que solo unos pocos pudieron navegar por internet y mucha información tuvo que dictarse de una computadora a otra para ser totalizada. También hay gran cantidad de teléfonos, los personales, más celulares prepagados y algunos fijos de Movistar para quienes llamar va a ser parte importante del trabajo.

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